Un estudio de Mckinsey & Company que será presentado hoy en la ciudad de Panamá, esboza las oportunidades que tiene el país para atraer más inversiones en sostenibilidad, ‘nearshoring’, exportaciones especializadas y nuevas infraestructuras.
Diversificar la economía y aprovechar los negocios mundiales basados en la sostenibilidad, el nuevo orden mundial más multipolar y regional, el fomento de exportaciones de productos especializados, y aprovechar las plataformas tecnológicas entre otros. Esto, según los analistas, puede darle a Panamá un impulso renovado para crear más empleos y abrir oportunidades para atraer inversiones no tradicionales.
El análisis es parte de un estudio que presentará McKinsey & Company en el Forum Panamá, hoy martes, en el que explora las tendencias de negocios y oportunidades de crecimiento sostenible e inclusivo para el país, Centroamérica y el Caribe.
Amalia Toro, gerente de McKinsey en Panamá, destaca que el país es el único de esta región que se considera de ingresos altos. Alrededor de 17 mil 350 dólares per cápita al año de ingresos, según datos del Fondo Monetario Internacional.
Y lo que lo ha llevado a eso, comenta Toro, es que durante su historia reciente apostó a varios sectores estratégicos: el hub logístico y marítimo con el Canal, los servicios financieros con el Centro Bancario Internacional, la Zona Libre de Colón, la conectividad aérea, la ampliación de la vía interoceánica y las grandes infraestructuras con el Metro de Panamá.
Pero ahora es momento de agregar nuevos sectores estratégicos, diversificar más la economía y aprovechar la nueva era para captar más inversiones y crear más empleos sostenibles.
“Creemos que al pensar hacia el futuro, hay algunas apuestas y oportunidades que Panamá puede aprovechar, como capitalizar todos los cambios globales que se están dando a partir del nearshoring, por ejemplo, que puede captar inversión e impulsar la creación de puestos de trabajo. Y aunque el país no se caracteriza por tener una manufactura fuerte, pues es más de servicios, se deben explorar las oportunidades”.
Toro menciona que estos cambios no serán de la noche a la mañana, por lo que debe pensarse en el mediano y largo plazo para crear una estructura de producción manufacturera más robusta en el país y buscar qué áreas de negocio se pueden atraer. Ya es un avance que exista una regulación para incentivar la llegada de empresas manufactureras como la Ley EMMA para empresas multinacionales relacionadas con la manufactura.
Hasta diciembre de 2022 se contabilizaban 3 empresas: una del sector marítimo, otra de ingeniería y construcción y una de energía automatización de procesos industriales.
Otra de las apuestas, que menciona la gerente de McKinsey en Panamá, es que el país pueda capitalizar las inversiones que se crearán alrededor de la descarbonización de todos los sectores económicos incluso más allá de las fronteras.
Panamá, al ser catalogado como carbono negativo, puede captar esos capitales que quieren invertir en proyectos sostenibles para compensar sus emisiones de carbono.
“Panamá y todo Latinoamérica tiene la oportunidad de jugar un rol más representativo en el camino de la descarbonización porque todavía tiene un área boscosa importante y el suelo es más productivo. Hay oportunidades de monetizar con mercados de carbono e impulsar nuevas industrias como la silvicultura, entre otros”, dijo Toro.
Los escenarios de McKinsey para Panamá apuntan a que los nuevos negocios por la descarbonización e inversiones sostenibles, pueden significar la oportunidad de generar hasta 300 mil millones de dólares en ganancias potenciales para 2050 en proyectos de conservación y restauración financiados a través de créditos de carbono.